Historias para no dormir
Cuando aprendí a leer, ya me di cuenta que no era lo mío: siempre amanecía el sueño antes que consiguiera pasar a la segunda página. En casa, sin embargo, todos tienen reservado un momento del día para la lectura. Dicen, ellos, que es un momento mágico, que aún sentados en el sofá o en la butaca del salón se dejan llevar a un mundo totalmente distinto. Un lugar más libre donde son felices. Yo, ante eso, ya asumí que no podría vivir estas historias, que si me dormía no podría seguir conociendo las experiencias de los personajes. Y aunque sabía que no viviría estas sensaciones, no me quedaba otra que aceptarlo: no me gusta leer.
Un día, después de mucho tiempo pensándolo, encontré la manera de imaginar, aprender y disfrutar sin tener que abrir un libro:
Quiero cambiar mi habitación y quiero convertirla en un mundo lleno de aventuras.
No fue tarea fácil, pero conseguí convencer a mi familia. Emocionados y nerviosos, escogimos un día para ir a pasear por las tiendas y ver qué muebles tenían. Ya es mala suerte, pero, que justo aquel día se puso a llover, y a mi la lluvia tampoco me gusta. Ante eso, tuvimos que quedarnos en casa. Ya estábamos impacientes y no podíamos retener las ganas de empezar a diseñar el dormitorio, así que decidimos buscar muebles por Internet para coger las primeras ideas.
Nos pasamos toda la tarde (menos el tiempo de lectura, claro, que es sagrado) y encontramos de todo: camas y literas con ventanas, en forma de cabaña y con nubes protectoras para no caer al suelo; mesas y sillas para trabajar desde casa, muebles ajustados a medida (que siguen la filosofía Montessori, dicen, pero que no sé qué quiere decir eso exactamente); puffs y butacas, y más camas y colchones.
En Yupih encontramos de todo. Además de toda la oferta de productos, su página web ya nos permitía inventar una distribución, dibujarla e imaginarla desde casa. Hasta podíamos tomar las medidas de la habitación y mandárselas, que podían hacernos un diseño personalizado. ¿Sabes qué quiere decir eso? ¡Tenía libertad para escoger todo lo que quisiera! Por eso le propuse a mi madre escribirles un mensaje:
Buenas noches. Me llamo Aitana y quiero que mi habitación sea un lugar donde pueda refugiarme, donde pueda hacer excursiones por los árboles y la naturaleza, donde pueda preparar los mapas y las rutas y donde pueda guardar todos los recuerdos de cada experiencia. ¡Gracias, Yupih!
Sí, estábamos tan emocionados que no nos dimos cuenta que ya había llegado la noche. Nos habíamos pasado la tarde navegando entre producto y producto, escogiendo el color de la madera y combinándola con los tiradores que no nos dimos cuenta de la hora. También enviamos las medidas de la habitación en un dibujo que hice yo misma a mano alzada como pude.
En cuestión de días recibimos un mensaje de Yupih. Me enviaron el primer diseño de la habitación. Estaba asombrada. Aquella habitación… ¡era mágica! Tomaron mi idea y la convirtieron en realidad, en un dibujo con las dimensiones reales de los muebles y del espacio, con los colores que había escogido y todo muy bien ordenado.
Pero, ¿esa página web es fiable? – pregunta mi padre, insistente, en el momento que estaba más eufórica e ilusionada. Nos decía que teníamos que asegurarnos, que comprobásemos que fuera una empresa real y segura, que comprar muebles es una inversión a largo plazo – para toda la vida, matizó él – y que debemos andar con pies de plomo.
¡Sí que lo es, sí! – respondió mi madre, convencida. – Nos han mandado la primera muestra del proyecto y, además, explican detalladamente qué han tenido en cuenta para hacernos esta propuesta, con la que nos sugieren conseguir más espacio libre. Y también nos dicen que, si queremos, podemos pedirles unas muestras de los acabados para escoger con total certeza qué color nos gusta más. ¡Esto es genial!
¡Tienes razón! Si la atención al cliente es tan personalizada, te han respondido rápido y tienen la página web actualizada, señal que cumplen y que es una tienda fiable – concluyó mi padre.
Aquella noche, pensando en la nueva habitación, sentí lo que creo que sienten los lectores cuando se adentran entre las palabras de un libro. Todas aquellas aventuras que siempre explican mis padres, igual que los personajes que recuerdan como si fueran amigos suyos y la emoción que viven en cada página es lo que viví durante un preciso instante.
Unas semanas más tarde cerramos el proyecto, compramos todos los muebles y vinieron a casa a montar todas las piezas. Por lo que escuché que decían mis padres, todo venía incluido: el IVA, el transporte y el montaje, y dicen que esto está muy bien, que es cómodo porque así te olvidas y te quitas preocupaciones de encima, que el equipo de Yupih se encarga de todo. Yo lo único que sé del cierto es que, gracias a esta experiencia, he conseguido dos tesoros preciosos. La primera es que ahora tengo una habitación magnífica donde me invento historias, pinto y dibujo mis propios personajes y lo tengo todo ajustado a mi medida. ¿La otra? Que a Yupih me hicieron un cuento de mi experiencia. Estaba tan eufórica cuando me lo enviaron por correo que, sin darme cuenta, ya lo había terminado. Me lo había leído sin dormirme. ¡Había conseguido leer!
No dudé ni un momento en comprarme un par de libros. Ya los tengo colocados en la nueva estantería de la habitación, así ahora solo queda encontrar mi momento de lectura del día. Empezaré mañana, dentro de mi nueva cabaña y con una nueva historia. Ahora sí disfrutaré leyendo y aprendiendo. Ya estoy lista para empezar.